El pasado 1 de julio vivimos una jornada histórica, por decir lo menos. Se demostró el poder de las mayorías, se incrementó el involucramiento de la sociedad con una participación récord, y con una mayoría aplastante se decidió sobre el cambio de rumbo necesario en el país.
Mucho se ha hablado desde entonces de la aceptación de la derrota de los contrincantes no favorecidos y sus simpatizantes, pero lo cierto es que no vivimos una crisis postelectoral gracias a lo contundente de los resultados.
Y es que la desconfianza está ligada a nuestra vida pública como país, no sólo desde 1988 en que la mayoría de las fuentes autorizadas aseguran se perpetró un fraude electoral. Si nos remontamos a los albores del siglo XX, encontramos el fraude electoral en la misma génesis del México moderno cuando Díaz después de haber sido forzado a convocar a elecciones por la publicación de La Sucesión Presidencial en 1910 por Francisco I. Madero, decide arrebatar el triunfo. Todos conocemos la cadena de sucesos que derivó en más de una década de una atribulada vida nacional.
Esta elección también fue un escándalo en redes sociales – del grado de “Los millenials descubren…” – la cantidad de boletas disponibles en las casillas especiales. Y es que estamos apegados a un sistema analógico con muchísimos métodos de verificación y control – y descontrol- que desciende directamente de nuestra historia.
Sin embargo, hoy la tecnología puede brindarnos la vía ideal para desterrar del todo la desconfianza, hacer más sencilla la participación ciudadana y tal vez en el camino, generar algún ahorro en el presupuesto de los órganos electorales: el Blockchain.
El Blockchain es una cadena de bloques articulada, cifrada, transparente entre los dos extremos e inviolable. Sus principales aplicaciones se han dado en el mundo financiero y se hizo famosa por ser la tecnología que soporta las criptomonedas como el Bitcoin.
Una de las limitaciones de Blockchain es la escalabilidad, pues sólo se puede agregar un cierto número de bloques a la cadena. Sin embargo con la intervención de otras tecnologías como la autenticación boimétrica podría realizarse de manera efectiva y confiable un proceso electoral como el que requiere un país como México, que cuenta con 89 millones de personas en su padrón electoral.
Con la aceleración del cambio tecnológico, esperamos que en 2024 en que sea de nuevo el momento de expresar la voluntad popular, pueda hacerse con mecanismos que garanticen que los resultados son confiables y que cada quien pueda hacerlo sin la necesidad de acudir a una casilla en específico, sin sospechas ni perspicacias.
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Luis Estrada es Editor de Contenido en Mijo! Brands, agencia creativa de marketing ditial con presencia en la Ciudad de México, Guadalajara y Puerto Vallarta. Luis es Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM, con años de experiencia en el periodismo de negocios, tecnología y estilo de vida en múltiples medios con audiencias diversas. Textoservidor en activo, ahora en el plano publicitario, aprovecha su incipiente trastorno de personalidad múltiple para ajustarse al tono de voz de los distintos clientes. Explicador por naturaleza y coleccionista de datos inútiles, le enamora el teatro y la cultura de masas, hace reseñas por hobbie como buen cinéfilo frustrado y es amante ocasional de lo kitsch.
