La educación en el diseño gráfico ha tenido avances a pasos agigantados a lo largo de los últimos años. Dichos cambios promueven una visión del diseño como una actividad más robusta y compleja, multidisciplinaria e interdisciplinaria, pero sobre todo, disciplinaria.
Hace años el diseño estaba totalmente interesado en alcanzar estándares artísticos en términos estéticos, compositivos y de técnicas de representación, el uso discriminado de herramientas que ayudaran a obtener el mejor resultado visual, de vanguardia, “único”. Nada mal para una disciplina concebida totalmente desde una perspectiva artística, y en realidad, la evidencia de esto está en el encanto de los diversos artes que a lo largo de 100 años (me atrevería a decir incluso que a finales del siglo XIX) han desfilado para diferentes productos en el mundo, y ahí, justo ahí radica esa delgada línea que discierne entre el arte como lo conocemos y la disciplina del diseño.
Cabe mencionar que el arte ha estado presente en los estándares del diseño (incluido el diseño web) como parte de las culturas a lo largo del mundo. Las hermosas caligrafías en el medio y el lejano oriente, hasta las extrañas manchas creadas al azar en las culturas de occidente, o las majestuosas obras pictóricas hiperrealistas de artistas europeos, y las profundas obras llenas de emociones de artistas latinoamericanos.
El diseño tiene todo esto como parte de su repertorio académico, y es aquí donde, desde un punto de vista muy objetivo, entra en conflicto con su formación. Hordas de jóvenes con gran pasión por el arte deciden encontrar refugio en el diseño como una única opción o por medio del desconocimiento. El resultado de esto (no siempre) es una gran frustración por su actividad, pues algunos terminan haciendo cosas que no tienen que ver con la actividad, que aunque presente de formas muy cercanas, no debería ser la labor principal. Algunos otros simplemente terminan haciendo actividades nada relacionadas con el diseño.
Esto nos orilla de alguna forma a buscar culpables, pero en realidad no es culpa de nadie, tan solo una virgen información y culturización sobre diseñar.
El diseño ha tenido un increíble avance en términos de educación y aplicación desde los años 50 a la actualidad, con los cambios de pensamientos, avances tecnológicos, necesidades consumistas con el marketing como ejemplo central; pero es desde hace unos 20 años que el diseño resurge como una disciplina. La educación en torno a esta ha decidido que diseñar rinde cuentas a objetivos y necesidades, y no solo a gustos personales. De esto surge que la actividad del diseño sea promovida y establecida desde una colaboración inter y multidisciplinaria, con áreas que aparentemente no guardan relación alguna entre sí.
Hasta que te das cuenta del hilo conductor que las une entre sí, ese algo que siempre está presente pero que a ojos de todo el mundo pasa desapercibido por ser algo que hacemos todos y cada uno de nosotros de manera tan natural y hasta rutinaria, la comunicación; todo en la vida tiene una función y una razón de existir, el cómo lo dices a quien se lo dice, lo que dices, el mero acto de comunicar, siendo estas solo algunas de las particularidades que nutren el diseño como una disciplina y que la hacen tanto compleja como fabulosa cuando entiendes qué es y para qué sirve.
Si tuviéramos que fefinir si el diseño es arte o disciplina, podríamos decir sin miedo a equivocarnos, que es ambas.
Luis Daniel Canales es diseñador en Mijo! Brands, agencia creativa líder en CDMX y Puerto Vallarta. Visítanos en www.mijobrands.com o contáctanos.