Una de las partes más difíciles de ser diseñador es darse cuenta que al tratarse de algo visual, todo el mundo siente que puede opinar y querer hacer su propia versión del arte final para después regresar al “creo que me gustaba más antes…”
Es como cuando haces un diseño súper sencillo, con un mensaje directo al grano, sin necesidad de sobrecargarlo, y cuando llega a manos del cliente, le quiere colgar hasta el perico, haciendo que parezca un grito desesperado de atención y por supuesto dando como resultado algo espantoso.
Ciertamente no hay forma de tener a todos contentos y mucho menos de hacer que nuestro diseño se quede a la primera, así que lo primero que hay que hacer es respirar hondo y mantener la mejor actitud posible ante posibles cambios, que siempre SIEMPRE hay.
Muchas veces queremos defender nuestros diseños a capa y espada porque pensamos que no hay una mejor manera de hacerlo que la nuestra y, a pesar de que somos los expertos, nunca está de más escuchar la opinión de los demás para ver cosas que tal vez estábamos pasando por alto.
Con esto no me refiero a que vayas y hagas todos los cambios que te piden, porque claramente terminaría siendo un caos, es darnos cuenta que estamos diseñando para mortales, gente que no esta familiarizada con los mismos conceptos que nosotros, y la idea es que el mensaje les llegue claro a todos. En este sentido, la simplicidad siempre será la clave para mantener al cliente feliz y con un diseño bien hecho, como debe ser.
Algo también súper común y que a mi parecer es lo más triste de nuestra profesión, es que al ser una disciplina tan flexible, a la hora de pagar proyectos, muchos clientes tienen 20 mil prioridades antes que pagar por nuestro trabajo, y si eres freelance, esto puede significar un problema en tus cuentas, y aunque no hay una ciencia que nos enseñe la mejor manera de cobrar por lo que hacemos, siempre existen los contratos.
Otro problema súper común a la hora de revisar los ajustes finales, es el tiempo. Por alguna razón, tu tiempo se vuelve suyo y todo lo necesitan urgente. Relájate. Para esto, lo más lógico y conveniente es establecer horarios de trabajo y una cantidad limitada de cambios para evitar pasar horas con 20 versiones del mismo proyecto.
Y lo último y más importante, diviértete. Todos los proyectos, ya sea para diseño web o de cualquier otro tipo, llevan su tiempo, cada uno es un reto y es necesario que sepas cómo resolverlo de la mejor manera, respetando lo que el cliente necesita pero siempre disfrutando cada parte del proceso, al final es tu profesión y no hay nada mas divertido que “hacer dibujitos”.
Sandra Rentería es diseñadora en Mijo! Brands, agencia creativa líder en CDMX y Puerto Vallarta. Visítanos en www.mijobrands.com o contáctanos.