Ya sea una lluvia de ideas para una nueva empresa o para un nuevo producto o servicio, a la mayoría de los empresarios les encanta la idea de recibir en sus manos la concepción de las ideas. Esto pone de manifiesto el miedo inevitable de compartir, desarrollando acuerdos de confidencialidad para intentar proteger lo que se avecina, aunque no siempre funciona.
Entonces, ¿cómo proteger las ideas? La respuesta, aunque lo dudes, es que simple y sencillamente no puedes hacerlo. La razón es porque las ideas tienen poco o nulo valor, pero es en la ejecución de las mismas donde todo tiene valor. Es por esto que Facebook vale miles de millones de dólares y por lo que otras redes sociales ni siquiera figuran en el mapa.
En primer lugar (con raras excepciones), tu idea ya existe de alguna forma. La mayoría de las ideas son una mejora o una opinión diferente sobre una idea existente. Además, independientemente de que los componentes de tu idea en realidad son “nuevos”, es probable que haya muchos otros que han pensado en eso también. Esta es la principal razón por la que los capitalistas de riesgo no firmarán acuerdos de confidencialidad. Con frecuencia, las mismas ideas salen a la luz de forma independiente al mismo tiempo o cerca.
Tú y tu equipo es lo que diferencia cómo encuadrar un problema y su solución, la tecnología y otros recursos que le llevarán a la mesa y su disposición a hacer cualquier cosa que se necesita para que esto ocurra.
Nuestro ejemplo favorito es Google: Cuando Google comenzó como un simple motor de búsqueda, la idea de crear un motor de búsqueda no era nueva. Había muchos motores de búsqueda que precedieron a Google, incluyendo OpenText, Magellan, Infoseek y Snap. Lo que era diferente era la forma en que los fundadores imaginaron la búsqueda, sus competencias y, en última instancia, su código. La idea de Google no era valiosa, pero la ejecución de Google fue y sigue siendo la mejor.
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Escrito por Salvador Morales para Mijo! Brands de México.
