Blog e ideas
julio 15, 2010
Por Daniel Gómez

La dicotomía de México en 2010

2010 señala un importante año en la historia mexicana: el país se prepara para celebrar 100 años transcurridos desde su Revolución y 200 años de independencia.Los años que interceden han es

2010 señala un importante año en la historia mexicana: el país se prepara para celebrar 100 años transcurridos desde su Revolución y 200 años de Independencia.

Los años que interceden han estado marcados tanto por el triunfo nacional como por la confusión y han visto la introducción de la televisión a color al mundo por un ingeniero mexicano, un país sede de los Juegos Olímpicos, la Copa Mundial FIFA, los gloriosos días del auge petrolero, la corrupción del sistema político y más reciente, la mirada internacional de los medios sobre los problemas y aumento de los cárteles de la droga.

El gobierno mexicano está haciendo mucho por minimizar la reciente confusión y se focaliza en los cambios positivos, tanto en la reformación de la paraestatal y gigante petrolera PEMEX, la reestructuración del sistema tributario por encima del crecimiento promedio global en la economía, unas elecciones más justas, avances en la reforma social y en la legalización del matrimonio gay en la Ciudad de México, entre otros. 

Este año, el gobierno gastará cerca de 300 millones de pesos en promover el México moderno que celebra su pasado y futuro. Entre varias tareas planeadas está exhibir piezas prehispánicas, españolas y mexicanas, de arte moderno y contemporáneo; además de eventos a través de las ciudades más importantes del globo.

Las celebraciones del Centenario y Bicentenario servirán como una plataforma de donde el lejano México y su ciudadanía han llegado en tan poco tiempo y qué tan lejos debemos todavía viajar.

Mientras los medios globales se centran de forma desproporcionada y aislada en los espantosos actos de narcoterrorismo, los mexicanos mismos se han focalizado principalmente en reconstruir la economía después de los devastadores efectos de la caída del turismo debido a la pandemia de la fiebre porcina nunca materializada y el colapso de la economía de Estados Unidos, uno de los importadores más relevantes a nivel mundial del turismo mexicano.

Comentadores a lo largo del país lamentan la falta de esfuerzos concretados por parte de las autoridades mexicanas que han separado los hechos de la ficción en el rostro de la escalada de la droga relacionada con la violencia. Mientras aún estamos lejos de la violencia que engulló a Colombia, no obstante ésta es real y necesita ser tratada de tal manera que México pueda un día emerger de este lugar obscuro. Para muchos extranjeros, Colombia, Irak y México son sitios intercambiables de violencia y terror.

La Copa Mundial presentó a México una oportunidad de enfocarse y proyectar un aspecto más positivo de su vida y compartir esa imagen con el mundo. Con el éxito del equipo nacional de futbol nos hemos enfrentado, una vez más, con unos aparentemente medios internacionales hostiles, acaso lentos, y un gobierno federal que aparece mal equipado y mal preparado para confrontar tanto la violencia como la desinformación.

Las celebraciones por venir presentan una oportunidad para nosotros de reflejar, y no sólo demandar sino tomar acciones. Hemos afrontado cambios más grandes en el pasado que éstos que enfrentamos ahora.

Las celebraciones aportan una oportunidad para nosotros de recapitularnos separar los hechos de la ficción, lo que debería servir como la base de un nuevo diálogo en la esfera política y social.

El narcoterrorismo hizo raíz por la corrupción gubernamental y la inacción. Ha prosperado debido a la apatía pesimista colectiva ante la corrupción y la pobreza que, para muchos, representa la única alternativa.

Como nación, no podemos continuar maldiciendo a nuestros vecinos del norte por su desenfrenado consumo de drogas ante nuestros problemas, aunque ellos ciertamente deberían ciertamente admitir su rol secundario en nuestro drama actual.

Guste o no, este desorden es nuestra creación. Sí, se publica parcialidad en los medios globales pero eso no nos excusa de nuestra inacción o participación pasiva en este sangriento desorden. Y mientras el narcoterrorismo pueda dañar nuestra imagen y la economía basada en el turismo, nosotros perdemos más pretendiendo que la situación no existe. Esconder nuestras cabezas en la arena no es una opción.

La raíz del problema descansa cerca de la casa, en nuestros patios traseros y en los narcopolíticos que trabajan en algunos estados y ayuntamientos, donde las drogas y la política aparecen intrínsecamente entrelazadas.

Tal vez entonces le daremos forma a nuestro futuro mirando al pasado. Nuestra independencia y revolución prometieron hacernos pasar a una nueva era de derechos y libertades que hasta este momento no se disfrutan. Tristemente, la transformación más duradera fue un cambio de poder donde aquellos en el fondo son empujados aún más hacia abajo. El aumento del narco en México continúa esa tradición.

La violencia se ha centrado sobre todo dentro del mundo de las drogas, donde cada cártel compite por el control de las grandes franjas de México y demasiadas vidas inocentes se han perdido. No obstante espantoso, todavía no es demasiado tarde.

El Centenario y Bicentenario presentan para cada todos y cada uno de los mexicanos una oportunidad de hablar claro. Una oportunidad para reflejar, restablecer nuestra voz, participando y ejerciendo el derecho a controlar y celebrar un futuro que sea más justo y equitativo que nuestro pasado.

Cuando veamos los fuegos artificiales este 16 de Septiembre, bien podríamos recordar que estas celebraciones se presentan en no sólo en honor de nuestro pasado, sino de nuestro futuro. Nuestro futuro en nuestras manos.

Daniel Gómez es estratega de marcas en Mijo! Brands en México. Síguelo en @I_Mijo

 

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